Sinceramente no conocía esta obra, pero la
verdad es que me ha parecido interesante y realmente me ha gustado. Este bloque
de mármol ha sido tallado de manera que desvela dos figuras: Un hombre y una
mujer besándose apasionadamente.
En cuanto a la parte más “técnica” podemos destacar que
es una escultura de bulto redondo tallada en mármol a finales del siglo XIX. La
anatomía de ambos personajes está idealizada. La blancura del mármol permite el
reflejo de la luz y la exaltación de los cuerpos. Una vez más vemos ese “non
finita” tan característico; primero de Miguel Ángel y después de Rodin. Mientras
que el hombre posee una anatomía más robusta y fuerte, la mujer parece ser más frágil
y dulce. El hombre tiene una actitud más bien defensiva, ya que sujeta la
pierna de la mujer y de alguna manera la abraza, sin dejar de tener una expresión
de serenidad. La mujer se muestra despreocupada y abraza al hombre, su cuerpo
dibuja una curva.
Pasando a un plano más personal. La escultura me gusta,
me gusta mucho. De alguna manera veo y percibo esa pasión que Rodin quería transmitir,
y me parece increíble. Es impresionante como se puede transmitir esa pasión con
piedra. Quiero decir; Rodin ha conseguido transmitir una sensación cálida y romántica
usando piedra, un material frío y sin vida. Es más, ni siquiera es una
escultura policromada (lo que la dotaría de un carácter más humano y real). Usando un bloque de mármol y un cincel ha logrado representar una sensación. La
pasión teóricamente es algo abstracto, sin embargo, esta obra la encarna a la perfección
y la define. Únicamente un genio como Rodin logra plasmar una sensación así en
un bloque de mármol, aparentemente lánguido.
Interesante aportación, Iñigo.
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